El futuro del discipulado
Fotografía por Luis Quintero
El mismo granjero me saludo y repitió las mismas palabras después de cada sermón, semana tras semana.
"Sigue haciendo un buen trabajo".
Cada vez que lo decía, yo pensaba la misma cosa: Solo está siendo amable. Y después de un sermón particularmente malo: Simplemente está mintiendo.
Al reflexionar en esto, reconozco que puede que haya sido demasiado duro conmigo mismo. Pero mi desempeño como pastor en práctica en esa iglesia no estuvo libre de errores. Estaba aprendiendo a predicar, enseñar, proveer cuidado, servir y liderar por primera vez. Había cometido errores en las visitas al hospital y al dar prédicas confusas. Incluso me desmayé durante un servicio de adoración mientras oraba (ese fue posiblemente el peor momento para desmayarme, porque la mayoría de las personas tienen los ojos cerrados).
La iglesia me había confiado un puesto de liderazgo, me había “dado unas llaves”, ofrecieron dejarme conducir, y yo estaba chocando contra más buzones de los que lograba esquivar.
Pero cada domingo, las personas fielmente se acomodaban en sus bancas, me ofrecían ánimo, y me daban críticas constructivas. Y el mismo granjero continuó estrechando mi mano y diciéndome, "Sigue haciendo un buen trabajo".
Poco a poco y semana tras semana, esa iglesia me formó. Aunque no lo sabía en ese momento, ellos me inculcaron carácter y virtudes. Y me enseñaron mucho sobre lo que se supone que es la iglesia: un lugar de compasión, perdón, perseverancia, amor, gracia y—afortunadamente para mí—mucha paciencia.
Desde entonces, he tenido oportunidades para ejercitar esas lecciones. Los retos nuevos los enfrento con perseverancia que, al menos en parte, es un resultado de mi tiempo con esa congregación.
La formación espiritual y de carácter toma lugar en nuestras iglesias. Uno de nuestros deseos más profundos en El Instituto Juvenil de Fuller (FYI por sus siglas en inglés) es aprender más sobre esta formación. Hemos estado investigando cómo la iglesia puede formar el carácter y virtudes en los jóvenes.
Lo que hemos aprendido hasta el momento acerca del desarrollo del carácter y virtudes
Un reto irónico que enfrentan los ministerios juveniles (y ministerios cristianos en general) es que no son típicamente vistos como ejemplares de desarrollo de carácter y virtudes.
Al continuar nuestra investigación aprendimos acerca de las metas de los líderes de ministerios de jóvenes y el lenguaje que usan para describir tanto las cualidades que esperan que sus jóvenes tengan cómo el proceso por el cual esperan que se desarrollen esas cualidades.
Entre las metas mencionadas por los líderes del ministerio juvenil, algunas de las más mencionadas fueron fomentar una relación con Dios, el discipulado y crecer en la fe. Cada una de estas metas se consideraban bien respaldadas por los líderes del ministerio juvenil. Pero esas metas también se calificaron como difícil de lograr y poco claras. Estos hallazgos apuntan a un fuerte deseo que los jóvenes sean formados de maneras importantes, a pesar de las dificultades.
A partir de las descripciones de los líderes de ministerios juveniles sobre las cualidades que esperan que sus jóvenes tengan y el proceso mediante el cual esperan desarrollar esas cualidades, hemos aprendido mucho sobre cómo los líderes describen la formación de carácter en las iglesias.
En resumen, aunque típicamente el ministerio juvenil no es visto como un lugar donde las virtudes y el carácter son formados, los líderes del ministerio juvenil desean realizar este tipo de formación, a pesar de que sea difícil.
Lo que significa para nuestros ministerios
Muchos sabemos que la formación sucede en nuestras iglesias, y nuestra investigación respalda ese punto. El desarrollo del carácter y las virtudes (al menos como se piensa a menudo) no se mencionan como prioridades entre las iglesias, pero otras prioridades nos parecen bastante similares al desarrollo del carácter y las virtudes.
Anne Snyder, autora de The Fabric of Character (La Tela del Carácter), argumenta que las organizaciones que participan exitosamente en el desarrollo del carácter y las virtudes “pueden tener otros fines en mente—salud, empoderamiento económico, rehabilitación—pero al trabajar hacia estos fines transforman el comportamiento y el sentido moral de las personas”. En otras palabras, gran parte del mejor trabajo de desarrollo del carácter y las virtudes no apunta directamente al desarrollo del carácter y las virtudes, sino que es generado por una comunidad que tiene otros fines en mente.
De acuerdo con nuestra investigación, los así-llamados “otros fines” para los líderes juveniles son el discipulado, la formación de fe y las relaciones con Dios y con los demás.
Para desglosar estos hallazgos, FYI reunió a líderes del ministerio cristiano, psicólogos y teólogos prácticos en enero de 2019. Nuestras conversaciones revelaron que el discipulado en sí mismo podría cultivar todo, desde alentar las relaciones con Dios, hasta buscar la justicia, y desarrollar un autoconcepto saludable, dependiendo de la congregación.
A medida que reunimos nuestra investigación y conversaciones con líderes de etnias diversas, nuestro equipo de investigación está concluyendo que podemos estar ante una oportunidad única. Creemos que el momento puede ser el adecuado para una investigación más profunda y para crear recursos prácticos que brinden claridad sobre la formación de los jóvenes (particularmente de su carácter y virtudes). Al mismo tiempo comprendemos mejor las realidades contextuales únicas (las diferencias en los resultados deseados y los métodos para producir esos resultados) representadas por la variedad de iglesias que ministran con jóvenes.
¿Qué sigue en el desarrollo de carácter y virtudes en el ministerio juvenil?
Como equipo, estamos buscando respuestas a preguntas como esta:
¿CÓMO JUNTAMOS LAS REALIDADES ACTUALES SOBRE LA FORMACIÓN COMO LA TEOLOGÍA Y LA CIENCIA DEL DESARROLLO DEL CARÁCTER Y LAS VIRTUDES EN UN MARCO COHERENTE Y UTILIZABLE?
Nuestro objetivo es comprender el discipulado que forma el carácter.
Las decisiones que los jóvenes enfrentan parecen infinitas, y los estándares que ofrecen aquellos a quienes los jóvenes siguen en las redes sociales pueden ser abrumadores. Estos son obstáculos que enfrentan los jóvenes, y les es difícil alejarse de ellos sin sentirse impotentes. ¿Cómo puede la iglesia equiparles para enfrentar estos obstáculos? ¿Qué herramientas podemos proporcionarles?
El enseñarles prácticas sencillas puede ayudar. Por ejemplo, la investigación ha demostrado que escribir en un diario de gratitud entre una y tres veces por semana aumenta el agradecimiento general.[2] Tal vez un estudiante ya escribe en un diario de vez en cuando. ¿Qué pasaría si le enseñáramos a ese estudiante a escribir algunas cosas por las que está agradecido en forma de oración un par de veces a la semana?
Las herramientas como estas desarrollan simultáneamente el carácter y la virtud en los jóvenes, benefician su salud mental y dan forma a sus interacciones con Dios—no solo intelectualmente, sino también en la práctica. Estos son los tipos de prácticas formativas y multifacéticas que nos encantaría ver contextualizadas en las iglesias.
Read The Future of Discipleship in English
[1]Anne Snyder, The Fabric of Character: A Wise Giver’s Guide to Supporting Social and Moral Renewal (Washington, MD: The Philanthropy Roundtable, 2019), p. 141.
[2]Robert A. Emmons y Michael E. McCullough, “Counting Blessings versus Burdens: An Experimental Investigation of Gratitude and Subjective Well-Being in Daily Life,” Journal of Personality and Social Psychology 84, no. 2 (Febrero 2003): 377–89.
Tyler Greenway fue Director de Investigación en Fuller Youth Institute (FYI) apoyando varias actividades de investigación, incluyendo revisión de literatura, redacción de donaciones, diseño de estudios, recopilación y gestión de datos, análisis estadístico y presentación y publicación de resultados. Tiene una MDiv del Seminario Teológico Calvin y una maestría y un doctorado en Ciencias Psicológicas del Seminario Teológico Fuller. En un buen día, también prepara una muy buena taza de café para la oficina. Tyler y su esposa viven en Grand Rapids, MI con su hijo e hijas.
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