Cuando la iglesia es familia: 4 maneras de fomentar calidez con jóvenes

"Somos familia..."

Jennifer A. Guerra Aldana Image Jennifer A. Guerra Aldana | Aug 7, 2019

Ya sea que te traigan recuerdos de tu estación de radio favorita o un DJ de una boda reciente, estas no son simplemente letras de una canción. Esta es la experiencia verdadera de muchas personas jóvenes en iglesias multiculturales locales por todo Estados Unidos: la experiencia de la iglesia como familia.

Era un domingo por la mañana y estaba yo lejos de mi iglesia local en Pasadena. Justo a las 12:00pm, me entró un texto. Yo sabía que justamente habría ya terminado la alabanza y pensé, "Oh no, ¿salió algo mal? ¿Que lío tendré que arreglar? ¿Con quién me tocará hablar?"

Se ahogaron mis miedos cuando vi que era un mensaje con video. La imagen mostraba a una de nuestras adultas mayores en nuestra congregación junto a una de las personas jóvenes. Ellas habían utilizado el filtro con la corona de flores de Instagram y las dos se reían diciendo "¡Nos haces falta! ¡Ojalá estuvieras aquí!"

Solo me tomó treinta segundos para querer montarme en el próximo avión y regresar a casa.

Expandiendo el significado de familia

Soy pastora de una congregación la cual es intergeneracional, bilingüe e intercultural. Y somos una familia. La palabra "familia" se utiliza a menudo y conlleva un mundo de definiciones. Una definición estándar de familia en la sociedad estadounidense puede provocar imágenes de una pareja criando a sus hijas e hijos. Esta definición es demasiado estrecha para mí.

En muchas congregaciones como la mía, mi familia es una combinación de aquellas personas que son parientes de sangre, nuestros vecinos/as, aquellas personas que se reúnen con nosotros los domingos, amigas de toda la vida, y sí, hasta las mascotas de nuestras amistades. En mi experiencia, la familia se define con dos palabras claves: interconexiones y mutualidad. Estás atado a mí, y yo estoy atada a ti.

Yo pertenezco. Tú perteneces. Nos pertenecemos el uno al otro.

1) Interconexión

Ser familia significa que hay una interconexión entre nuestros gozos y lamentos. Ser familia significa que sabemos lo que nos quita el sueño y se vuelve una carga que compartimos juntos. Significa que sabemos cómo cuidar de la otra persona cuando está enferma, que tipo de comida traer después de un día largo y cansado, y cómo alegrar a la otra persona. También significa aparecernos y guardar silencio cuando las palabras no alcanzan.

2) Mutualidad

Ser familia significa que practicamos mutualidad. Es una calle de dos vías. Yo traigo a la mesa la totalidad de mi ser, tú haces lo mismo, y compartimos todo lo que traemos. Significa que en un mundo con una gran variedad de diferencias, podemos enfrentar la diversidad entre nosotros y nosotras, como regalos que nos moldean el uno al otro. La mutualidad significa que no intento conformar a otras personas a mi imagen, sino que recibo la singularidad de ellos y ellas reciben la mía. La mutualidad es una invitación hacia una transformación mutua, no una manipulación.

En nuestra investigación dentro de Iglesias que Rejuvenecen (Growing Young), descubrimos que las personas jóvenes están buscando iglesias que encarnan una comunidad cálida. Una de las frases más utilizadas para describir esta calidez fue "como una familia." Hicimos investigaciones de seguimiento en una docena de iglesias multiculturales y escuchamos una frase diferente de las personas jóvenes: "Somos familia."

Casi unánimemente, las personas jóvenes a quienes escuchamos en contextos diversos enfatizaron la necesidad de que la iglesia fuera un lugar en donde ellos y ellas pertenecen. Una iglesia que encarna la calidez. Ellos y ellas entienden que pertenecen a estas congregaciones por las prácticas, ritmos y puntos de contacto para poder interconectarse mutuamente. No es simplemente otro programa; es un tapiz de puntos de contacto marcados por autenticidad y vulnerabilidad. Aquellas personas quienes están involucradas en sus iglesias locales resaltan el sentido de que pertenecen a un hogar.

Las personas jóvenes necesitan que la iglesia sea un lugar donde ellos y ellas pertenecen. Una iglesia que encarna la calidez. Un tapiz de puntos de contacto marcados por autenticidad y vulnerabilidad. (enviar por tweet)

Calidez en práctica: Ya no somos extraños

“So then you are no longer strangers and aliens, but you are citizens with the saints and also members of the household of God.” Ephesians 2:19 (NRSV)

Así pues, ya no sois extraños ni extranjeros, sino que sois conciudadanos de los santos y sois de la familia de Dios.” Efesios 2:19 (LBLA)

En Efesios 2:19, se nos recuerda de que hemos sido invitadas e incluídos dentro de la casa de Dios. Este versículo habla acerca de la nueva realidad en donde ya no hay extranjeros, sino que todos nos vemos como ciudadanos en la familia de Dios. Como inmigrante guatemalteca en los Estados Unidos, esta línea es particularmente poderosa para mí como persona joven. En la casa de Dios, la narrativa de quién está dentro y quién está afuera está basada en quién es Dios y no en las fronteras hechas por manos humanas, las cuales experimentamos hoy. He sido invitada plenamente a ser una ciudadana del reino de los cielos.

Uno de los muchos dones de ser bilingüe es que puedo leer la Biblia tanto en español como en inglés. Lo que me parece particularmente poderoso sobre las palabras en español utilizadas en este versículo es que, el lugar donde dice "miembros" en inglés, en español se lee como "sois" que traducido al inglés es, "ustedes son". En español, hay una implicación más directa en cuanto a pertenecer. No hay gestiones burocráticas ni aplicaciones a rellenar. Aveces el proceso para que una persona llegue a estar adentro es tan largo y complicado que se nos olvida que simplemente ya pertenecemos. Gracias sean a Dios. Estas son buenas nuevas para todos y todas.

Al declarar de que ya soy ciudadana y formo parte de la casa de Dios, tengo la responsabilidad de extender esa ética a toda persona con quien tengo contacto. Como parte del cuerpo de Cristo y pastora de una iglesia local, debo constantemente revisar mi postura y alinearme a esto. La prueba definitiva para comprobar si una congregación está practicando esta calidez es cuantas personas se identificarían como parte de la casa. No solamente visitas que vienen una vez por semana, sino partipantes plenos quienes ayudan a decidir el color de los muebles y quienes pueden abogar para cambiarlo todo.

Las dos mujeres que me enviaron ese video son mujeres con quienes comparto gran parte de mi vida. Pero hay algo aquí que debo aclarar: a primera vista, tenemos muy poco en común. Todas nacimos en diferentes países, nos criamos de maneras vastamente diferentes, nos gustan diferentes tipos de música, y apuntamos a polos opuestos cuando tiene que ver con política. De hecho, no estamos de acuerdo en la mayoría de las cosas.

Sobre una cosa sí podemos estar seguras, y es que estamos comprometidas a caminar por la vida juntas, la una con la otra, que amamos a Jesús y a la iglesia, y que los labios rojos combinan con cualquier ropa. El sentido de calidez no apareció de la noche a la mañana y no surgió de un programa en la iglesia. Creció por hacer muchas cosas juntas. Una y otra vez.

Ese video de 30-segundos fue el resultado de tres años de haber pasado muchas horas juntas. Esas horas fueron compartidas comiendo; conversaciones difíciles y largas y algunas que fueron cortas y ocurrentes; caminando por los vecindarios, en supermercados, y yendo y viniendo de visitas en hospitales. Esas horas acarrearon lágrimas por oraciones no contestadas, de dinámicas familiares, noticias devastadoras y las frustraciones sin fin que nos teníamos las unas con las otras. Esas horas también fueron inundadas con volúmenes diferentes de carcajadas.

Aunque solo fueron 30 segundos, el corto video que me enviaron ese domingo pudo abarcar el significado de todo el tiempo que pasamos juntas.

Fomentar una comunidad cálida con personas jóvenes: 4 pasos que todos podemos tomar

Las personas jóvenes buscan iglesias que no solo declaran que son "como familia", sino aquellas que ponen el sentido de familia en acción. Si pudieras observar la manera en que las personas se relacionan los unos con los otros en tu iglesia local, pausa y piensa sobre los ritmos y prácticas que llenan tu agenda. Nuestra primera tentación podría ser que la calidez se vuelva un programa. Esto no puede ser. Estas son buenas noticias, por que significa que puedes empezar a fomentar la calidez en tu congregación hoy - no se necesitan reuniones de juntas directivas.

1) Haz una lista de personas con quienes puedes entablar relaciones a través de generaciones y diferencias.

Medita sobre estas preguntas:

  • ¿A quién puedes invitar a comer?
  • ¿A quién puedes invitar para salir a caminar?
  • ¿Con quién debes ser más intencional para conectarte con ellos o ellas?
  • ¿De quién quisieras aprender?
  • ¿Con quién piensas que tienes muchas cosas en común?
  • ¿Quién vive una realidad totalmente diferente a la tuya?
  • ¿Quién parece ser que lucha por encontrar conexiones en tu iglesia?

Al pensar en quién podrías alcanzar, pon atención a las personas de tu lista que se parecen más a ti. La invitación no es formar más puntos de contacto con más personas como tú, sino extender invitaciones a aquellas personas quienes pueden animarte y retarte.

2) Empieza extendiendo una invitación.

Una invitación puede ser recibida con entusiasmo o rechazo. Si somos honestos/as, es el temor al rechazo lo que nos impide extender invitaciones una y otra vez. Si éste es tu caso, nombre el temor y extienda la invitación cuando sea apropiado. Si es recibida con entusiasmo, llévela a cabo. Si es recibida con rechazo, reflexione sobre una mejor manera de invitar o piense en otras personas con quien compartir el tiempo. Las personas probablemente no rechazan las invitaciones simplemente porque no les caes bien; las razones aveces son mucho más complicadas. Es posible que ésta no sea la temporada conveniente para poder conectarse con ellas o ellos, dependiendo de lo que ha pedido de ellos.

3) Comprométete a fomentar la calidez.

Esto tomará mucho tiempo. Prepárate porque habrán malosentendidos, muchas llamadas perdidas y cancelaciones de último momento. El compromiso al proceso es lo que vale la pena. Aun cuando sea frustrante.

Es sumamente importante reconocer que aquellas personas con quienes se nos hace más fácil comprometernos, son aquellas que se parecen más a nosotros. A medida que vayas extendiendo invitaciones, pon atención a las que se sienten más frustrantes y complicadas. Haz preguntas más profundas sobre el por qué de ésto, pero no abandones la postura y el compromiso.

4) Celebra las pequeñas victorias.

Cuando estamos liados con los detalles de la rutina diaria, podemos pasar por alto las pequeñas victorias sin reconocerlas. Reconozcamos estos peldaños importantes con vulnerabilidad. Celebra que la confianza se va construyendo en el camino. Regocíjate el día que te des cuenta que ya sabes cómo les gusta tomar su café.

Por siempre guardaré ese video de 30 segundos. Representa un peldaño de calidez para mí en mi congregación. Ansío escuchar sobre tus propias historias de cómo se cultivando esta calidez en tu propia iglesia local.

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Jennifer A. Guerra Aldana
Coordinadora de Iniciativas Multiculturales, MDiv

Jennifer A. Guerra Aldana, originaria de Guatemala, creció en el Sur de California como hija de plantadores de iglesias. Jennifer recibió su licenciatura en Trabajo Social de Point Loma Nazarene University y trabajó como pastora de jóvenes y trabajadora social en el condado de San Diego. Ella sirve como pastora del Ministerio La Fuente - un ministerio bilingüe, intercultural de la Primera Iglesia Nazarena de Pasadena y se graduó con su Maestría en Divinidades del Seminario Teológico Fuller. Sus pasiones incluyen entrenamimento de liderazgo, formación espiritual para la juventud intercultural y ministerios bilingües.

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Jennifer A. Guerra Aldana

Jennifer A. Guerra Aldana is the Manager of Multicultural Initiatives at the Fuller Youth Institute (FYI). Jennifer, originally from Guatemala, grew up in Southern California as the daughter of church planters. She holds a BA in Social Work from Point Loma Nazarene University and an MDiv from Fuller Theological Seminary. Jennifer previously served as a pastor and social worker in San Diego county. Her passions include leadership training, intercultural youth spiritual formation and bilingual ministries.


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